Así es, estamos cayendo en un error muy extendido en internet al buscar la forma de reducir imágenes sin perder calidad. Es como decir "quiero cortar un papel a la mitad, pero manteniendo sus dimensiones".

No se puede cambiar el tamaño, o reducir imágenes, sin pérdida de calidad.
Ahora bien, si nos referimos a un aspecto de percepción, es otra cosa. Entonces sí, se pueden reducir imágenes, pero sacrificando la calidad de estas en su tamaño original. La pérdida de calidad es inevitable, pero nos lo podemos permitir si elegimos, como tamaño máximo, una imagen más pequeña de la original.
Cuanto queramos ampliarla, veremos cómo se pixela y nos daremos cuenta de la situación, ¡hemos perdido calidad!
¿Qué es lo que hacemos cuando decidimos reducir imágenes?
- Se reduce la resolución de la imagen.
- Se reduce el tamaño del archivo.
- Se comprimen los colores por aproximación.
- Eliminamos información (bits, colores y resolución)
- Eliminamos la posibilidad de ampliación.
Volviendo al ejemplo del papel, si lo que percibimos es sólo una parte de ese papel porque lo vemos a través de un pequeño orificio, el resto que no vemos podemos cortarlo, y mantendremos intacta toda la información que necesitamos.

Con las imágenes pasa lo mismo. No recortamos físicamente la foto, mantenemos todos los elementos que hay en ella, pero eliminamos información que no necesitamos para poder representarla con claridad en un determinado tamaño.
Reducir imágenes para internet
Este proceso de reducir imágenes se realiza, sobretodo, de cara a insertarlas en páginas webs, blogs, tiendas virtuales (ojo en este caso), aplicaciones móviles, etc.
El motivo es conseguir una mayor rapidez en la lectura de las imágenes, a menor tamaño de archivo, mayor velocidad de carga. Con lo que conseguimos un grado más en el posicionamiento (SEO) y que los usuarios o visitantes de nuestra web no se desesperen y se larguen, sin ver el contenido, porque tarda mucho en cargar la información.
En internet hay que mimar este aspecto y colocar las imágenes que necesitemos al tamaño en el que se van a ver. Por eso esta confusión del término "calidad" con "claridad", "definición", "enfoque",... Cualquier término parecido a estos, aun no siendo del todo correctos, serían más acertados que el primero.
Tiendas virtuales
En las tiendas virtuales hay que valorar si queremos tener una imagen en la que se vean los detalles del producto. Podemos insertar una imagen grande reducida en la web, que al pasar el ratón o pinchar se amplíe. O colocar una imagen pequeña que facilitará la carga, con un enlace a una foto más grande que sólo se mostrará si queremos verla.
En el siguiente ejemplo aparece una imagen reducida a 800px de ancho, tamaño máximo que utilizo en este post, y que no necesito más grande. Las imágenes siguientes muestran como ha perdido calidad al ponerla al mismo tamaño que la original.


Si hubiera puesto la foto original reducida en la web a 800 px, esta se vería igual que la primera imagen, pero tardaría una eternidad en cargar al pesar 2,45 MG. El exceso de información no es nada útil en este caso y lo mejor es eliminarlo para dejarlo en 91,5 KB.
Reducir imágenes para impresión
Igual que cuando reducimos fotografías o imágenes para web, estas pueden proceder de una máquina de fotos o un banco de imágenes en "alta resolución". Por lo general este tipo de archivos, en ocasiones, son exageradamente grandes para la función que les vamos a dar.
En esta ocasión no vamos a mejorar el SEO, porque no existe, ni vamos a ganar en velocidad de carga de una página. Pero es importante el tamaño que puede llegar a tener las carpetas de los trabajos de impresión.
Si se utilizan muchas fotografías e imágenes, y no nos preocupamos de su tamaño, pueden ser un hándicap a la hora de trabajar con ellas, tanto con el software como con el proceso de impresión.
Los programas de autoedición o maquetación, permiten incrustar las imágenes en alta resolución y modificar sus dimensiones a gusto de quien los usa, por eso no somos conscientes de la cantidad de información que estamos manejando.
Cuando se trata de una o dos imágenes no parece importante, pero si usamos 50, 100 o más, entre fotografías, logotipo e iconos (en la maquetación de un libro, por ejemplo), el procesar toda esa información puede pasarnos factura.

Si queremos mandar el trabajo a imprimir, veremos que no podemos enviarlo por e-mail, y si lo enviamos a través de algún servidor en la nube, puede eternizarse hasta que termine.
Como diseñador he llegado a ver trabajos de un tamaño de 5 GB que con las imágenes reducidas a su tamaño correcto habrían ocupado menos de 200 MB .
Lo ideal es reducir la imagen al hueco en el que va a ir colocada y a la resolución necesaria, que en esta ocasión es 300 ppp (puntos por pulgada) para impresión Offset y entre 80 y 120 ppp para impresión digital.
Una resolución para cada ocasión
En el siguiente cuadro os indico de una forma muy sencilla cómo y cuándo utilizar cada resolución. Hay que tener en cuenta algunos matices más, pero eso no entra en este artículo.

Cada tamaño a la que sometemos una imagen, necesita de unos bits, colores y resolución necesarios para tener una calidad apropiada. Si eliminamos lo que no necesitamos, no podremos volver a representar la imagen a tamaños superiores con la calidad suficiente para poder verla bien, o al menos, como era antes de reducirla.
Para terminar podíamos cambiar el enunciado para que fuese más correcto: "Reducir imágenes a una resolución menor con calidad". Ya que, después de lo expuesto anteriormente, la calidad original la perdemos en el momento de reducirla.
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