Imagina que te despiertas un día y todo es un lienzo en blanco, no hay colores, no hay indicaciones de ningún tipo, no hay personalidad... te encuentras de repente en un mundo sin diseño.

Piensa en un mundo sin Diseño
Juan se acuesta después de ver un rato la televisión, una serie de esas que te relajan después de un día de mucho trabajar, se ha tomado un vaso de leche y unas galletas sin gluten, pues es celiaco.
Se mete en la cama, se arropa con su edredón de rayas de colores y antes de cerrar los ojos se queda un rato mirando el cartel de la nueva película de “Star Wars”, fantaseando que lucha y salva a todos de la tiranía a la que está sometido todo el universo.
Da un beso a su mujer, cierra los ojos y se duerme.
A las ocho de la mañana suena el despertador para indicarle que debe comenzar otro rutinario día, pero el sonido no es el mismo, abre un ojo para localizar el despertador y poder demorar el levantarse cinco minutos más, pero tarda en verlo, el viejo reloj despertador que antes era rojo y negro se ha vuelto blanco y se camufla con el color de la pared.
Ya no quiere estar cinco minutos más en la cama, se incorpora para desconectarlo de un golpe y descubre que el edredón, que lucía sus rayas coloristas, es ahora blanco, levanta la vista y en el lugar donde se encontraba el cartel de su película favorita ve un enorme papel colocado en la pared, no contiene fotos ni letras.
Lo primero que piensa es que le están gastando una broma.
Se incorpora y va al baño, enciende la luz y se queda en el umbral de la puerta observando el interior, no puede distinguir entre el champú, el jabón y el acondicionador de su mujer, entre la pomada y la pasta de dientes, no recuerda si el agua caliente es hacia la derecha o la izquierda, la colonia consigue distinguirla del after-shave oliendo los frascos, está desconcertado, pero lo asume y continua con su ya no tan rutina.

Se viste y se encuentra que su camiseta de la empresa en la que trabaja ya no es verde, y no tiene estampado el logotipo que la identifica.
Vuelve a mirar en el armario y se sorprende al ver todas las camisetas blancas. Menuda broma la de cambiar las cosas.
Tiene que desayunar, el tiempo se le echa encima y llegará tarde al trabajo.
Abre el frigorífico para coger el cartón de leche y entonces se da cuenta del grave problema que tiene, su mujer es alérgica a la lactosa y compran leche especial para ella, pero ahora no puede distinguir cual es cual, a él no le afecta ya que puede tomar cualquiera de las dos, pero por su cabeza empiezan a generarse multitud de situaciones preocupantes, gira la cabeza para buscar con la vista las galletas sin gluten que él toma, ve varios paquetes, pero no los distingue, si se equivocara le produciría graves consecuencias.
Se marcha a trabajar, ya asustado con lo que podrá encontrarse por el camino, sale a la calle y se dirige a su coche, pero este no se abre, levanta la mirada y se da cuenta que todos los coches son iguales, blancos y sin ningún tipo de marca con el que distinguirlos.

Se sienta en la acera, cierra los ojos muy fuerte y se dice así mismo que despierte, los abre y todo sigue igual, no distingue la panadería de la charcutería, no hay carteles que indiquen que es cada cosa, las señales de tráfico diseñadas para controlar la circulación ahora son meros tótems verticales entorpeciendo los andares de la gente.
Ahora cierra tú los ojos y piensa que todo esto pasa en tu vida. Asusta ¿verdad?
¿Podemos vivir en un mundo sin Diseño? Claro que sí, el hombre tiene la facilidad de adaptarse a cualquier situación, pero sería un mundo más gris, frío y sobre todo triste.
Me parece estupendo el artículo. Sólo falta que alguien sienta la necesidad de algún diseño. Todo puede ser. Adelante.